Reglamento de Envases y Residuos de Envases: el riegos de una oportunidad perdida
prensa / envases, envases plástico, medioambiente, plástico, sostenibilidad, sostenibilidad económica, supermercados,
EFEVerde publica el artículo «Reglamento de Envases y Residuos de Envases: el riesgo de una oportunidad perdida» de María Martínez-Herrera, directora de Sostenibilidad de ASEDAS, en el que analiza las profundas implicaciones algunas de las medidas propuestas en el futuro Reglamento de Envases y Residuos de Envases y la necesidad de realizar estudios de viabilidad que aseguren su beneficio medioambiental real.
Se puede leer la versión original AQUÍ.
El futuro Reglamento de Envases y Residuos de Envases, que se encuentra en discusión en las instituciones de la Unión Europea, introduce profundos cambios en la fabricación, utilización y recuperación y reciclado de los envases. La ambición del Reglamento es reducir los residuos de envases y hacer que todos ellos sean reciclables y/o reutilizables para 2030. Se trata de un reto para el que el conjunto de la cadena agroalimentaria trabaja ya desde hace tiempo, pero el Reglamento introduce elementos que podrían afectar profundamente a todos sus eslabones y a la manera en que los productos llegan a las manos de los consumidores; sin que se asegure, además, el cumplimiento del objetivo medioambiental que se persigue.
La revisión profunda de las distintas funcionalidades de los envases y alimentos debe contemplar las adaptaciones de la norma necesarias para preservar la seguridad alimentaria –condición irrenunciable en el cualquier sistema de producción y distribución de alimentos- y reducir el desperdicio alimentario. Así mismo, las obligaciones que recoge la propuesta de Reglamento tendrán una serie de implicaciones económicas y logísticas en los sistemas de recuperación y reciclaje de envases que, en un sistema de distribución de proximidad como el español, derivarían en un aumento de la huella de carbono e hídrica, en comparación con el sistema actual. Los nuevos métodos de reutilización supondrían la implementación de, entre otros, nuevos sistemas de lavado y transporte de envases.
España es una gran potencia en la producción de alimentos y bebidas y cuenta con un sistema de distribución ejemplar, en el que 25.200 tiendas de alimentación organizada -además de unas 55.000 de comercio especializado- garantizan el acceso de los consumidores a un surtido completo, variado, seguro y a precios competitivos muy cerca de sus casas. El impacto del Reglamento en este gran sector económico hace necesario considerar objetivos y, sobre todo, medios para alcanzarlos más flexibles, que tengan en cuenta el impacto de las medidas en toda la cadena de valor agroalimentaria. No hay que olvidar que la cadena afectada por estas normas suma más de un millón de empresas grandes y pequeñas incluyendo el sector primario, las materias primas, los fabricantes de envases, los envasadores, el comercio y la distribución alimentaria y los gestores de residuos-.
La flexibilización responsable y basada en el diálogo con los sectores es la mejor garantía de que produzcan los cambios y los avances necesarios para alcanzar la economía circular en la cadena agroalimentaria. La imposición generalizada de medidas no adaptadas a las necesidades de los sectores, por el contrario, es el mejor pasaporte hacia el fracaso. Por ejemplo, la propuesta de que todos los puntos de venta de alimentación tengan un sistema de reutilización debe ser puesta en cuestión, porque es necesario un análisis caso por caso. Por ejemplo, en España la mayoría de las tiendas de distribución de alimentación están situadas en los casos urbanos de los pueblos y ciudades, con muy poco espacio de almacenamiento y accesos que priorizan o facilitan la compra a pie. Además, éste y todos los sectores necesitan en momentos como el que vivimos un marco regulatorio que les brinde seguridad jurídica para afrontar desafíos que alcancen la sostenibilidad medioambiental, pero sin dañar la económica y la social.
Para la distribución alimentaria, acometer las inversiones necesarias para instalación de estos sistemas de recogida y reciclaje supone entre 50.000 y 150.000 euros por tienda solo en lo que a los sistemas operativos se refiere; además, habría que sumar el impacto en el personal que habría que dedicar a estas labores y el impacto en la logística. Para las empresas, es inviable asumir un gasto tan elevado sin, al menos, un análisis serio del ciclo de vida de los envases, incluyendo variables imprescindibles –y que marcan la diferencia entre la implementación de estos sistemas en diferentes países- como los kilómetros que recorren las flotas logísticas o la huella hídrica.
La demagogia política y la falta de análisis técnicos suficientes está embarrando la negociación de este Reglamento en el Parlamento europeo. La economía circular requiere, por supuesto, de un impulso político y empresarial; las soluciones que alcanzarlas solo pueden apoyarse en planteamientos técnicos, que analicen todas las variables y todos los casos posibles. La función del envase es y será siempre irrenunciable: soporte de información al consumidor, seguridad alimentaria, reducción de desperdicio alimentario… En los últimos años, los avances en ecodiseño, búsqueda de nuevos materiales y recogida, reutilización y reciclaje han sido enormes. Esto no significa que todo esté hecho, el futuro Reglamento de Envases y Residuos de Envases debería ser una oportunidad para cerrar el círculo de la economía sostenible, no para poner palos en las ruedas de las empresas que pongan en peligro su sostenibilidad tanto ambiental, como social y económica.