El incremento de los precios de los alimentos y los márgenes de la distribución minorista
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El Economista publica en el último número de la revista Alimentación y Gran Consumo un resumen del artículo galardonado con el VIII Premio ASEDAS al mejor Artículo de la Revista Distribución y Consumo de MERCASA. Los catedráticos de Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad Autónoma de Madrid, Jaime Romero de la Fuente e Ignacio Cruz Roche, analizan las causas de la crisis de precios en alimentación y el comportamiento de los márgenes empresariales en la distribución alimentaria.
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LAS CAUSAS DE LA CRISIS DE PRECIOS
La situación de precios de la alimentación que ha vivido nuestro país tiene un conjunto de claros factores desencadenantes, como la subida del precio de los precios de la energía y de los combustibles, los desajustes de la cadena de suministro a nivel mundial, la escasez y encarecimiento de algunas materias primas, que se vieron agravados por el estallido de la guerra de Ucrania como un factor claramente desestabilizador. Todo ello influyó a lo largo del año 2022 sobre el precio de los alimentos en su conjunto, “si bien hay incrementos de costes que afectan a todas las categorías de producto (energía y costes de transportes), hay grandes diferencias entre categorías. Así, aquellas que experimenta un mayor incremento de precios son: azúcar (50,5%), aceites y grasas (38,1%,), leche (37,2%), huevos (29,8%), productos lácteos (23,4%) y cereales y derivados (22,7%). Estas categorías se caracterizan por su dependencia de los mercados internacionales y en varias de ellas, es especialmente relevante la caída de la producción en Ucrania”.
EL EFECTO DOWNTRADING
De la comparación de las diferentes metodologías que se utilizan para medir el IPC –que recoge una teórica cesta de la compra cuyos productos se determinan de forma estable para varios años- y los informes de la consultora Kantar –que provienen de las ventas reales en tienda y son más flexibles para reflejar los cambios que se producen en los consumidores a corto plazo para afrontar el alza de los precios- se deduce, por una parte, que “el incremento de los precios venta que se obtiene a partir de los datos de Kantar es sistemáticamente inferior al detectado por el IPC elaborado por el INE”. Llegamos así al efecto “downtrading”, que “consiste en modificar la cesta de la compra comprando productos de mejor precio y, supuestamente, de menor calidad”. Además, “las empresas de distribución también pueden haber contribuido a este fenómeno mediante el reajuste de sus surtidos, sustituyendo en su oferta algunas referencias o marcas de mayor precio por otras de precio inferior”.
LOS MÁRGENES DE LA DISTRIBUCIÓN
De la resta de la cifra de ventas y del coste de las mercaderías resulta el margen bruto. Cuando a éste le restamos los costes de explotación (salarios y cargas sociales, materiales, energía, suministros, alquileres, etc.), obtenemos el margen neto. La evolución del mismo depende de cuestiones como la eficiencia operativa de las empresas a la hora de reducir costes del establecimiento y costes generales, así como de la configuración del surtido. El llamado “poder de mercado”, que “lleva aparejada la posibilidad de tomar decisiones sobre el margen bruto sin tener en cuenta a la competencia”, no tiene una gran incidencia en España. “En el caso de la distribución minorista española, no parece existir un mayor margen bruto en las empresas que tienen cuotas de mercado más altas respecto a aquellas que tienen menor tamaño. Ello puede explicarse en parte por la fuerte competencia y rivalidad existente entre los operadores en el mercado de gran consumo, como indican los datos de concentración en la distribución en España, que son inferiores a la media de los países europeos”.
MEDIDAS DE POLÍTICA ECONÓMICA
Cuando las subidas de precios son persistentes, es posible tomar algunas medidas de política económica para evitar los efectos perjudiciales sobre la economía y sobre los consumidores. Tras estudiar los pros y los contras de cuatro posibles actuaciones que se han barajado durante los meses pasados -un impuesto sobre los beneficios extraordinarios del sector; la determinación de una cesta de la compra básica con precios fijos; medidas de apoyo directo a los consumidores mediante cheques a la población vulnerable y la reducción temporal del IVA en alimentos-, la conclusión es clara: “parecen más adecuadas, considerando su impacto y capacidad de gestión, la reducción temporal del IVA de los productos más afectados junto con ayudas directas a la población más vulnerable. No obstante, las dificultades inherentes a aplicar esta última de manera efectiva son elevadas”.
“AGUA, SOL Y GUERRA EN SEBASTOPOL”
Como antecedente histórico de la actual situación, en octubre de 1853, una guerra entre el Imperio Ruso y una coalición de potencias occidentales obligó a cerrar los puertos de Odesa y Sebastopol, generando escasez de grano y un consecuente aumento del precio. En España, por aquel entonces, se contabilizaban tres años de buenas cosechas, que se pudieron aprovechar para obtener altos precios por la venta trigo ante la escasez internacional. Desgraciadamente, la actual guerra en Ucrania se ha visto acompañada por una larga sequía en nuestro país acompañada, además, de fenómenos meteorológicos extremos, que han dado lugar a malas cosechas. El incremento del precio del aceite de oliva en 2023 es el ejemplo más claro de una situación que ha lastrado los márgenes de productores y distribuidores, además del poder adquisitivo del consumidor.