
El corazón del comercio alimentario
prensa / retail alimentario, supermercado,
Felipe Medina, secretario general técnico de ASEDAS, reflexiona en Qcom.es sobre la implicación de las personas de la distribución alimentaria en aquellas circunstancias en que la sociedad necesita una ayuda extraordinaria, más allá de su tarea de llevar a la casa de los consumidores la alimentación más completa, variada, segura y a precios competitivos. Se puede ver AQUÍ
A menudo nos referimos a los sectores económicos por su músculo financiero y/o económico. Y, aunque a veces se dice que el corazón no es más que un músculo, en realidad es mucho más que eso. El corazón es, en realidad, un órgano muscular. Un grupo de tejidos que trabajan juntos para realizar una función específica, bombear permanentemente sangre a cada parte del cuerpo. El corazón del comercio de alimentación son las personas que trabajan en él. Y su función específica es mucho más que la de “bombear” alimentos cada día del año a cada rincón del país.
Personas como Cristina, que lleva más de 30 años detrás de un mostrador de una tienda de alimentación familiar en su pueblo, en la provincia de Toledo. Que ha trabajado junto a su familia por sacar su negocio adelante y hoy regenta un supermercado franquiciado en el que trabajan, entre otros, su hijo y su marido, y al que la inmensa mayoría de los vecinos del pueblo y de la comarca acuden a diario a hacer la compra. A hacer la compra, y a muchas cosas más. Porque en el medio rural el supermercado es un punto de encuentro donde relacionarse y socializar. No en vano, en la mayor parte de ellos, es habitual ver colgado, por ejemplo, el último bando del ayuntamiento o un anuncio ofreciendo servicios informáticos, de bricolaje y de costura.
Personas que, cada día del año, colaboran con entidades sociales en cada rincón de España para impedir que nadie en España tenga dificultades de acceso a la alimentación. O personas como Lucas, que regenta la única frutería de mi barrio y que esta mañana ha subido la persiana más triste de lo habitual, porque ha comprobado que le habían entrado a robar la caja, destrozándole parte de la tienda, una vez más. Personas como los trabajadores de las tiendas de muchos supermercados y distribuidores mayoristas que llevan años sufriendo los robos de bandas organizadas que hacen de esta conducta su modo de vida, sin que esto preocupe ni lo más mínimo a la mayor parte de los políticos y sin que la justicia tenga herramientas para resultar eficaz en su persecución.
Personas que dan ejemplo ante situaciones críticas como ocurrió durante la borrasca Filomena, ante las riadas sufridas en los últimos años por la Comunidad Valenciana, la Región de Murcia o Islas Baleares, el volcán de la Palma o el pavoroso incendio de la ciudad de Valencia donde los trabajadores del supermercado cercano al incendio no dudaron ni un minuto en convertir la tienda en una especie de hospital de campaña en el que dieron consuelo, alimentos y cobijo a los vecinos afectados que veían arder sus casas y en habilitar el espacio a modo de campamento base para todos los trabajadores que tuvieron que intervenir en el incendio (bomberos, policía, forenses, personal sanitario, peritos, etc.).
Personas que trabajan en un sector eminentemente femenino, que supone una oportunidad de integración laboral de muchas mujeres. Más de un millón de personas de las que la mayoría sólo se acuerda cuando truena, como de Santa Bárbara. Ni siquiera cuando hay elecciones. Personas a las que no se les perdona un error en una etiqueta, a las que se trata con poca educación en ocasiones, a las que no se reconoce suficientemente su trabajo, a las que se invisibiliza cuando se dice que un tomate se multiplica por 8 de origen a destino como si su trabajo no aportara ningún valor. Héroes sin capa cuando conviene. Especuladores y capitalistas despiadados cuando interesa. Gente maravillosa cuando la desgracia nos toca cerca. Villanos cuando lo que toca es echarles la culpa de los problemas de otros. El propósito de las personas es el combustible que impulsa el corazón hacia sus metas más profundas. Lo demás es ruido innecesario, interesado e injusto.