ASEDAS ante el desperdicio alimentario: la mejor estrategia es la prevención

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El indicador de desperdicio alimentario que consideramos en ASEDAS es el porcentaje de producto no vendido y no reaprovechado en el más amplio sentido, es decir, productos que ni se comercializan ni se donan sobre el total puesto a la venta. Según esto, la tasa de desperdicio no superaría el 1 por ciento del producto comercializado e incluiría supuestos como roturas de producto, envases dañados, rotura de la cadena del frío, retirada de producto por alerta alimentaria, etc.

Debemos ser conscientes de que siempre existirá una pequeña merma en los puntos de venta, en muchas ocasiones inevitable. Bajo esta toma de conciencia, es fundamental que estas mermas sean tratadas adecuadamente bajo criterios medioambientales. A pesar de ello, el control del desperdicio alimentario es un objetivo económico, medioambiental y social de las empresas de ASEDAS y, para ello, la mejor estrategia es la prevención.

Tres medidas de éxito para prevenir el desperdicio en ASEDAS

  1. Gestión. El protocolo de actuación para prevenir la pérdida de producto ya es una realidad, y la herramienta principal, en la mayoría de los supermercados. La medición, la introducción de indicadores claves a lo largo de todo el suministro y la utilización del Big Data son claves para evitar una parte del desperdicio alimentario que puede tener como origen pedidos no ajustados a la venta –desequilibrios en el suministro, un exceso de aprovisionamiento, mala gestión del producto fresco, etc…-. La capacidad logística de las empresas, el conocimiento del consumidor y la comunicación con los proveedores han permitido avanzar en la idea de “producir (y poner a la venta) lo que se demanda”. Este cambio de paradigma tiene un efecto sobre la prevención del desperdicio a lo largo de toda la cadena. Apoyando esta idea, es habitual detectar alguna falta de stock de productos frescos al final del día y ofertas en productos con fecha próxima de caducidad. Ambas son estrategias destinadas a prevenir el desperdicio alimentario a través del ajuste del surtido.

A pesar de ello, existe un porcentaje de los alimentos que por diversas razones no se pueden comercializar, pero si donar, o que no se pueden destinar al consumo humano y deben ser destinados a otros usos, como la alimentación animal.  Este último es un campo en el que todavía existe un importante margen de mejora ya que, en general, todavía se realiza poca valorización sobre este tipo de productos.

  1. Donación.

La donación ha sido una estrategia fundamental para evitar el desperdicio alimentario y sigue siendo el pilar de la Responsabilidad Social de las empresas de distribución, aunque no la única acción de ayuda social. Esta práctica engloba aquellos productos no aptos para la venta por razones comerciales, como pequeñas taras en los envases, pero que son aptos para el consumo. Estos productos son donados a entidades sociales, normalmente de proximidad, con capacidad legal para su correcta gestión y manipulación.

La periodicidad de las donaciones varía según el producto donado y la cantidad y puede ser semanal, quincenal, mensual o en momentos puntuales. En su conjunto, las empresas de ASEDAS donan alrededor de 13.000 toneladas de alimentos al año en perfecto estado y cumpliendo las normas de seguridad alimentaria.

  1. Concienciación.

El eslabón donde más desperdicio se registra es en el hogar. En España, en el año 2021 se registró la mayor caída del desperdicio en el hogar en los últimos años, con un descenso del 8,6 por ciento respecto a 2020, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Sin embargo, todavía debemos seguir trabajando en que el consumidor comprenda que tiene cerca de sus hogares un supermercado donde puede hacer una compra ajustada a sus necesidades sin tener que acumular alimentos.

Además de campañas de concienciación sobre la necesidad de realizar una compra adecuada a las necesidades de consumo, las empresas de ASEDAS ayudan al consumidor desde el surtido. Con una medida de 2,5 personas por hogar y un crecimiento constante de los hogares unifamiliares, el volumen de las raciones en alimentos envasados se adapta a dichas necesidades, al tiempo que la venta de libre servicio de productos frescos es habitual en los supermercados españoles.

Ahora, pendientes de la nueva Ley de Prevención de la Pérdida y el Desperdicio Alimentario en España, estas tres medidas deben ser el pilar para elaborar los planes de prevención que las empresas deben llevar a cabo siempre con un margen de flexibilidad para adecuarse al entorno. Todos debemos poner nuestro granito de arena a la hora de que la sostenibilidad económica, social y medioambiental de los alimentos sea la adecuada.